Articulo de Cuentos para Dormir sobre El ornitorrinco mentiroso
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Félix era un ornitorrinco nerviosísimo y activo. Era inútil de quedarse un segundo quieto y precisaba hacer cosas de manera continua. Si bien era listísimo no sacaba buenas notas, puesto que no podía concentrarse en una cosa a la vez; le encantaba jugar mas en muchas ocasiones llegaba a aburrirse de los juegos y de la forma que jugaban los demás; detenidamente y sin emoción. Había un juego que le agradaba en especial, y que se le daba maravillosamente (o bien eso parecía): el escondite.
A lo largo de los recreos y el tiempo libre planteaba a alguno de sus compañeros jugar con él al escondite, apostándose la merienda o bien algo de dinero, en tanto que sabía que era insuperable en ese juego. A lo largo de muchos meses Félix estuvo ganando dinero y meriendas a sus compañeros, mas absolutamente nadie conseguía explicarse como podía hacerlo tan bien.
Un día vino una ornitorrinco nueva al instituto, a quien Félix planteó jugar al escondite y admitió inocentemente, exponiendo perder su merienda que con tanto esfuerzo había preparado su mamá. Comenzaron a jugar. Félix se había oculto bastante bien y a la ornitorrinco le costaba hallarle. Si lograba localizarle, Félix debería devolver todo el dinero que había logrado con ese juego, con lo que más le calidad que eso no pasase.
Una de las reglas esenciales del juego es que una vez hubiese escogido un escondite no le estaba tolerado moverse hasta el momento en que fuera encontrado mas, al intuir que la ornitorrinco se aproximaba, fue con mucho cuidado a buscar otro escondite, o sea, hizo trampa. Félix no pensó en que el resto de sus compañeros pudieran verlo y, de esta forma ocurrió. Entre todos fueron dándole pistas a la nueva ornitorrinco a fin de que acabara encontrando a Félix, y pudieran recobrar su dinero.
Tras veinte minutos la nueva ornitorrinco halló a Félix, mientras que procuraba ir de un lado a otro, desenmascarando su engaño y dejándole en patentiza. Félix perdió el dinero, mas sobretodo, perdió la confianza de sus compañeros, que jamás más desearon regresar a jugar con él.