Jack y las habichuelas mágicas

Articulo de Cuentos Clásicos para Niños sobre Jack y las habichuelas mágicas

Jack y las habichuelas mágicas

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Autor Original: Anónimo (mas se han hecho ciertas adaptaciones)
Jack era un joven y también inocente campesino que vivía al lado de su madre en una cabaña en el bosque. Como llegó el instante en el que y su madre no tenían dinero para comer, su madre le dijo: “Hijo, ve al pueblo y vende la vaca y de esta forma vamos a poder tener comida para el invierno. Mas no te fíes de las personas que halles en el camino”. Entonces Jack salió presto para la urbe y, a medio camino, se halló con un enigmático viejo de ojos negros como un pozo. Los dos pararon para comer juntos y el viejo le enseño a Jack un saquito en el que había varias habichuelas. El viejo le afirmó entonces a Jack: “Como eres un joven valiente, voy a contarte un secreto. Las habichuelas que hay en este saco son mágicas, si las plantas va a ocurrir algo fantástico.”
Jack, que se había olvidado de lo que le había dicho su madre sobre los extraños, sintió que no podría dejar pasar la ocasión, con lo que intercambió su vaca por aquel saquito de habichuelas y volvió contentísimo a casa. Al llegar su madre prácticamente desfallece del desazón. Se enojó tanto por la necedad y desobediencia de su hijo que tiró por la ventana las habichuelas. Mas, por la mañana siguiente, en el sitio donde habían caído las habichuelas había crecido una gran planta, tan alta que su indicio se perdía en el cielo. Juan vio aquel prodigio y sintió que debía subir por la planta. Subió y subió hasta traspasar la nubes y llegó a un sitio en el que había un enorme castillo. Jack entró silenciosamente en el castillo y vio que allá solo vivían un Gigante y su gallina. Mas la aquella gallina no era como el resto. Ponía huevos de oro cuando el gigante se lo ordenaba. Fascinado, Jack aguardó a que el gigante se durmiera y le hurtó la gallina. Escapó todo lo veloz que pudo, bajando nuevamente a la superficie y entró con ella a su casa. Su madre entonces se puso contentísima y pudieron vivir realmente bien hasta el momento en que la gallina se murió.

Entonces Jack volvió a subir y se percató de que había un nuevo objeto mágico en el castillo. Se trataba de una caja que dejaba caer una moneda de oro cuando se levantaba su tapa. Cuando el gigante se durmió, Jack le hurtó la caja. No obstante, al escapar esta vez la caja encantada comenzó a gritar: “Despierta Gigante, ¡que me llevan!” El gigante despertó y comenzó a perseguir a Jack con sus gigantes y fuertes pies y manos. En seguida llegaron a la planta y los dos bajaban, mas si bien el gigante era más grande Jack era más veloz y bajó poco antes. Entonces corrió y le afirmó a su madre: “¡Mamá corre, llama al leñador a fin de que corte esta planta!”
Su madre, asustadísima, fue corriendo por el leñador y este estuvo cortando con su hacha mucho rato hasta el momento en que al fin, cuando ya se veía acercarse el gigante, logró recortar la planta y el gigante se estrelló contra el suelo, no volviendo a incordiarles jamás más. De este modo los dos pudieron vivir sosegados y felices merced a la caja mágica. No obstante, tanto Jack como su madre aprendieron lo peligroso que era forzar la fortuna, puesto que en un caso así estuvieron a puntito de condenar a su pueblo a la ira del gigante. Una valiosa lección que jamás olvidaron.