Articulo de Leyendas Infantiles Cortas sobre La diosa y el pescador
Saber mas sobre La diosa y el pescador
Hace bastante tiempo, habitaba en una isla griega llamada Lesbos un pescador muy humilde, llamado Fano. Él era un joven bello y de buen corazón, que todos y cada uno de los días salía de su casa con el sol y se hacía a la mar, a fin de traer el sustento para su familia. Una parte del pescado asimismo lo vendía en el muelle, para sostener su barca y su casa.
No tenía mucho, no obstante era muy feliz por el hecho de que sabía gozar de las cosas fáciles.
Aquel día se había pasado pescando sin reposo hasta el momento en que obscureció y agotado, comenzó a recoger sus cosas para regresar a su hogar. Súbitamente apareció una anciana, vestida de forma muy modesta y bastante débil.
Jovencito, necesito que me lleves hasta la costa de Asia Menor le suplicó, es fundamental que llegue ahí.
Claro, mujer. Suba le afirmó Fano de buen talante, si bien ya estaba cansadísimo y deseaba irse a dormir.
Hicieron el viaje a la luz de la luna y cuando la anciana descendió del bote, Fano le dio una moneda de oro (la única que tenía), a fin de que pudiese abonar el viaje de regreso, puesto que se veía muy pobre.
Muchas gracias por tu esplendidez, joven le afirmó ella, a fin de que veas cuan agradecida estoy contigo, toma este frasco de perfume.
Fano lo admitió sin darle mucha relevancia y retornó a casa. Mas una vez allá, cuando hubo abierto la olor, un exquisito aroma envolvió su habitación, embriagándole el corazón y los sentidos por completo. Nunca en su vida había olido algo tan fantástico como aquello.
Fano entendió entonces que aquella vieja no era una anciana cualquiera, sino más bien la mismísima Venus, diosa del amor, que le había hecho un regalo excepcional.
Desde entonces, al utilizar aquel perfume enigmático, las cosas se volvieron considerablemente más simples para él. Todas y cada una de las muchachas de la isla estaban locas por él y los hombres eran más afables. La gente siempre y en toda circunstancia tenía muestras de simpatía y le llevaba regalos. Aun los peces parecían sentir cierta afinidad por Fano, saltando a sus redes y llenándolas de tal forma, que debía esmerarse más por conducir su bote. Esto hizo que los lugareños edificaran uno más grande para él.
Con el tiempo y su buena suerte, Fano se volvió un hombre riquísimo y ya no fue preciso que saliese a pescar con el alba. Se edificó una casa muy grande en la playa y se casó con la joven más bella de Lesbos, con la que tuvo hijos sanos y hermosos. Frecuentemente asistían a la gente más necesitada y todos les tenían un enorme cariño. El perfume con el tiempo, fue olvidado.
Y siempre y en todo momento le quedaron agradecidos a la desprendida Venus por sus bendiciones.
En este cuento infantil hemos aprendido que todas y cada una de las buenas acciones son retribuidas. Si puedes hacer un bien, hazlo y no te fijes en el aspecto de las personas que precisan tu ayuda. Lo más esencial de una buena acción, es hacerla de corazón.