Articulo de Leyendas Infantiles Cortas sobre La leyenda del arroz
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El arroz es una de las comidas más ricas y nutritivas que se pueden consumir, y desde entonces, asimismo de las más frecuentes en la mayor parte de los hogares. Tú debes haberlo comido ya incontables veces. No obstante, quizás no sepas que sus granos son los más bastante difíciles de recoger, puesto que medran en hebras largas y están cubiertos por un pequeño capullo, que hay que abrir esmeradamente con las manos a fin de conseguir su fruto.
En tiempos viejos, la planta del arroz no era de esta manera. Diríase que los granos eran considerablemente más grandes y simples de recoger, y que unos pocos de ellos bastaban para nutrir a una familia. Hasta el momento en que algo sucedió
Hubo una vez una anciana que era dueña de una plantación entera de arroz. Con cada cosecha, la mujer se regocijaba pensando en todos y cada uno de los granos que guardaría, en el dinero que ganaría al venderlos en los mercados próximos y en resumen, en lo bien abastecida que estaría en su casa.
Como aquel año las plantas estaban floreciendo abudantemente, hizo edificar un granero mucho mayor del que tenía, concebido para guardar cientos y cientos de toneladas de arroz.
Mas llegó la última luna del verano, la que anunciaba el comienzo de una nueva estación y la época de la cosecha, y el granero incluso no estaba listo. Los granos de arroz acabarían de abrirse y no tendrían lugar donde ser guardados, por la lentitud con la que trabajaban sus campesinos.
Furiosa, la anciana tomó uno de los granos maduros y lo piso con rabia, haciendo que los pedazos se esparciesen por la tierra. Entonces tomó otro, y otro, hasta terminar con una buena parte de las plantas.
Este acto enfureció mucho a los dioses, que no aguantaban la ingratitud en los humanos. De forma que decidieron darle una buena lección a esta mala mujer, convirtiendo las plantas de arroz por completo. Ahora este no sería tan grande como es costumbre, sino adoptaría una forma más enana. A los criados les llevaría horas, quizá día recoger una cosecha entera, mas por lo menos esta legumbre proseguiría siendo tan rebosante como siempre.
Cuando la vieja se percató de que había insultado a los dioses, se puso de rodillas en la mitad de su plantación y solicitó perdón, si bien ya era demasiado tarde.
El granero fue terminado y la mayoría de la cosecha se guardó como se tenía previsto.
Otra parte se perdió, puesto que la gente se retardó más en abrir las vainas para recoger el arroz. Desde ese entonces, la anciana tuvo mucho cuidado de ser más agradecida y valorar cuanto tenía, puesto que las circunstancias le habían enseñado que en cualquier instante, las cosas pueden mudar en la vida.
Es por que hasta hoy día, no hay cosecha más costosa que la de este comestible. Acuérdate siempre y en todo momento de dar las gracias todas y cada una de las cosas con las que cuentas y jamás desdeñes el trabajo del resto, como lo hizo esta pobre vieja.