Articulo de Fábulas de Esopo sobre La Liebre y la Tortuga
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Autor: Esopo
Había una vez una liebre que se vanagloriaba mucho sobre su velocidad. En todos y cada uno de los campeonatos de velocidad, ningún animal le ganaba. Era una liebre muy singular pues ni tan siquiera los guepardos le ganaban.
Un día una tortuga muy inteligente desafió a la conocida y gandula liebre guasona.
-Yo puedo ganarte.
-No me afirmes. Eso debemos verlo-respondió la liebre con el único objetivo de burlarse de la tortuga al terminar la carrera.
Llegó el día de la carrera y todos y cada uno de los animales se reunieron para poder ver la carrera. Si bien la enorme mayoría sabía que iba a ganar la liebre, la confianza de la tortuga hizo despertar la curiosidad de todo el planeta.
Comenzó la carrera y la liebre sacó cinco quilómetros de ventaja con demasiada sencillez, al paso que la tortuga solo avanzó cinco metros. Entonces la liebre al ver que ganaría de manera fácil decidió reposar bajo la sombra de un enorme árbol. Como era muy gandula, la liebre pensó:
-Es la carrera más simple que he tenido. Descansaré dos horas y probablemente cuando despierte, la tortuga solo va a haber avanzado cien metros. No resulta necesario apurarme. Voy a dormir.
Pasaron dos horas y la liebre se estiraba con comodidad diciendo:
-Ahhh, qué rico he dormido. Es hora de seguir la carrera. Seguro que solo caminando, voy a poder ganarme. No resulta necesario sudar. Hay bastante tiempo de más.
Entonces miró cara atrás para poder ver cuánto había avanzado la tortuga. No la veía. Se subió al árbol para poder ver cara atrás del camino. Mas no veía nada todavía. Entonces le preguntó a un pájaro carpintero que hacía su casa:
-Oye . ¿En dónde se encuentra esa tortuga que no la veo? Quizás se fue a su casa llorando pues sabía que iba a perder? Ja ja ja. Qué cobarde. Debió seguir la carrera. Habría de estar habituada a perder. Ja ja ja.
-Y debiste seguir la carrera asimismo. En vez de mirar cara atrás, ¡por qué razón no miras cara adelante del camino?
Entonces la liebre lo hizo de esta manera y
prácticamente se cae cara atrás al ver que la tortuga estaba a cinco metros de la meta.
-¿Mas qué ha pasado? ¡Seguro ha hecho trampa! Eso no se vale. Alguien la asistió.
-No le eches la culpa a alguien. Debiste acabar la carrera hace horas.- le afirmó el pájaro.
La liebre estaba a siete quilómetros. ¿Podría lograr a la tortuga? Se tiró del árbol, y emprendió la más veloz de sus carreras. Sus pies se veían de color amarillo por la velocidad. La liebre sentía que sus piernas iba a explotar mas proseguía y proseguía pues no deseaba que se burlen de ella por perder con una tortuga.
Era demasiado tarde. Cuando la liebre estaba a quinientos metros, la tortuga pasó la línea de llegada.
Autor: Esopo