Articulo de Cuentos Clásicos para Niños sobre La niña de los fósforos
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Era una tarde friísima y de invierno y nevaba. Estaba finalizando el mes y era el último día de Diciembre. Una pequeña bella de ojos grandes y azules como el cielo, cruzando las calles perdió su calzado, tampoco tenía como cubrirse la cabeza y estaba bañada por la lluvia.
La pequeña paseaba descalza sobre el suelo helado y se le veían los pies morados de tanto frío que hacía. La pequeña llevaba entre sus ropas y en la mano cajas de fósforos que intento vender, mas justo aquel día absolutamente nadie le adquiero ni tan siquiera una caja de fósforos. Solo deseaba llegar a casa a comer algo, lo que sea y dormir un tanto, para comenzar otra vez, al día después, se sentía demasiado helada y muy enclenque. La pequeña no podía retornar a casa sin dinero por el hecho de que su padre la castigaría como siempre y en todo momento. De ahí que la pequeña prefirió quedarse en un rincón, entre 2 casas, en una esquina procurando resguardarse del frío si bien era imposible.
Al rato recuerda que tiene fósforos y comienza procurando aprender uno, precisaba algo de calor, cuando por fin se prendió apenas pudo calentarse un tanto hasta el momento en que . . .nuevamente se siente helada. Tras múltiples intentos prende un fósforo y siente que se le alumbra el cielo, de repente consigue ver como una estrella entre todas y cada una de las del cielo comienza a caer y crea que alguien morirá, eso le afirmaba su abuela ya antes de ir al cielo. Esa sería una señal, vuelve a encender otro y al alumbrarse el cielo ve a su abuela, y le suplica que la lleve ya antes que se apague el fósforo diciendo:
-Abuela, no te vayas te suplico que me lleves por favor!! no me dejes sola deseo estar contigo, responderme ya antes que se apague el fósforo, se que ya no te veré. La abuela se veía bella y altísima, siempre y en todo momento sonriente se aproxima a su nieta, la toma entre sus brazos y emprenden juntas el viaje más precioso jamás ya antes visto cara la eternidad.
Al día después, hallaron a la pequeña en aquel rincón entre las 2 casas, como tratando de abrigarse, abrazándose a sí, la cabeza apoyada en la pared y con una enorme sonrisa, sus mejillas rosadas y . . . sin vida.