Articulo de Cuentos Infantiles de Navidad sobre La niña, el hada y los fósforos mágicos
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Había una vez, en una de esas navidades tristes, una pequeña pequeña llamada Rosa. Ella era muy pobre y tenía muchos hermanos pequeños que tenían apetito y no tenían qué comer en casa. Su mamá estaba en la cama producto de una enfermedad y su papá había fallecido el año pasado. Rosa era la hermana mayor y sentía la responsabilidad de salir a la calle a buscar los comestibles para el hogar.
Un día, se despertó y se afirmó a sí :Ya sé qué voy a hacer. Rosa estaba encantada por el hecho de que sentía que había tenido una súper idea. Se le ocurrió salir a las calles a vender caramelos. Al final del día se dio cuenta que no había vendido lo bastante para conseguir ganancias. Entonces se le ocurrió que ahora vendería panes en las calles. Al final de ese día asimismo se dio cuenta que no había vendido lo bastante para hacer dinero puesto que la gente ahora prefería comer panetón y ya no pan.
Rosa no podía adquirir panetones para vender pues no tenía dinero para invertir. Rosa perdía la esperanza. Al día después ya no despertó encantada, sino más bien todo lo opuesto. Entonces salió a pasear por la calle, sobre la nieve compacta, dirigiéndose cara el bosque. La historia legendaria en el pueblo cuenta que en el bosque hay un monstruo que desaparece a las personas. De ahí que es que absolutamente nadie del pueblo se atrevía a ir al bosque ni tan siquiera para buscar leña.
A Rosa no le importó y paseó a lo largo de 2 horas cara el bosque puesto que estaba alejadísimo de la urbe. Al fin llegó, si bien ya estaba atardeciendo y le entró un pequeño susto cuando escuchó un estruendos aproximadamente fuerte. Rosa tenía más curiosidad que temor, conque se embargó en un pequeño viaje cara en el bosque . Rosa paseaba y caminaba
cuando de súbito sintió que una luz se aproximaba detrás de ella.
Cuando Rosa se volteó para poder ver, no había nada. Prosiguió caminando y sintió la luz nuevamente. Volteó mas tampoco había nada. Entonces a la tercera vez que sintió la luz, ya no volteó sino afirmó algo y involuntariamente deseando comenzó un diálogo:
Rosa:¿Quién anda ahí?
La voz le respondió suave y simpáticamente: ¿Quién eres ?
Rosa dijo: Me llamo Rosa, ¿y ?
La voz: ¿No te asusta venir a mi bosque? ¿Sabías que la historia de leyenda afirma que desaparezco a las personas?
¿Sabías que afirman que soy un monstruo?
Rosa: Pues lo cierto es que no tengo temor. Soy una pequeña valiente mas en honor a la verdad, pierdo la esperanza de poder lograr comestible para mi hogar
por eso no me importa venir acá. Además de esto deseaba conocerte
La voz: Pues reconozco que eres muy valiente. En mil años, eres el primer humano que se armó de valor y vino a visitarme. Yo sé todo sobre ti. Sé cuales son tus inconvenientes y asimismo sé lo que haré para asistirte. Yo soy un hada y de ahora en adelante voy a ser tu hada madrina . Acá en el bosque me aburro y por este motivo he decidido ir a la urbe contigo, si bien la única que me va a poder ver vas a ser tú
Rosa se puso muuuy feliz y supo inmediatamente que ya no estaría preocupada por lograr comestible. Total, ¿Qué le puede faltar a una pequeña que tiene un hada?
El hada: A partir de mañana, venderás fósforos en las calles.
Rosa: ¿Fósforos? ¿Va a ser buena idea?
El hada: Vas a tener que confiar en mí. Solo hazlo. Yo te voy a dar un saco de fósforos, con lo que no te va a costar nada.
Rosa: Está bien.
El hada: Lo único que te solicitaré es que cuando charles en las calles, afirmes a quienes la historia legendaria del monstruo del bosque que desaparece personas, es falsa. Y que al contrario allá hay un fantástico bosque con muchos animales y con un manantial de agua cristalina. Diles asimismo que ese manantial es mágico y que con solo ir allá, pueden solicitar un deseo todos los años, que siempre y en toda circunstancia se cumplirá.
Entonces Rosa hizo todo cuanto su nueva hada le afirmó. Ciertamente, el hada transformó el bosque en un sitio bello de un día para otro. Rosa se dio cuenta que mientras que vendía los fósforos, aparecían más en el saco. ¡Los fósforos jamás se terminaban! A Rosa jamás le faltó comida en