Articulo de Fábulas de Esopo sobre La zorra y el cangrejo de mar
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Un cangrejo de mar vivía en los arrecifes de coral así como su familia, la que era muy feliz estando bajo las aguas. De cuando en cuando subían a la superficie para buscar conchas o bien tomar el sol, mas siempre y en toda circunstancia retornaban al sitio donde pertenecían. No obstante, esto no era suficiente para el cangrejo, que pronto empezó a sentirse desganado de lo que le rodeaba.
Estoy agotado de ver siempre y en todo momento estas barreras de coral dijo, quisiese vivir siempre y en todo momento en la arena, sintiendo el calor del sol en lugar de esta fría humedad que nos circunda en todo momento. Quisiese vivir en la mitad de la playa, en vez de escalar todo el tiempo por estos insípidos arrecifes, ¿por qué razón no podemos vivir allí arriba?
Porque somos de acá le respondió uno de sus hermanos, acá nacimos y acá nos vamos a quedar. Nuestro hogar es bello y seguro. En la superficie hay montones de riesgos para nosotros. Si los animales no nos devoran, son los humanos los que nos pescan y nos cocinan de las formas más atroces.
No debes envidiar las playas cuando tienes un palacio de coral acá mismo le afirmó otro hermano.
Mas el cangrejo, haciendo oídos suecos a sus palabras, proseguía soñando con vivir arriba. Legó el día en que medró lo bastante para ser independiente de su familia y decidió mudarse a la playa.
Adiós a todos dijo, me marcho donde pueda gozar del sol y la arena.
Por mucho que trataron de persuadirlo para quedarse con ellos, los otros cangrejos no fueron capaces de detenerlo y se instaló en una cómoda banca de arena, en una concha en la que vivía muy calientito. Desde ahí podía mirar las olas y ver pasar a quienes se bañaban, percibir el canto de las gaviotas y las risas.
Esto sí que es vida se dijo, no comprendo como a los otros les agrada vivir abajo, en el agua.
Salió de su concha para poder percibir mejor los rayos solares y justo entonces, lo vio una zorra que se había acercado a la costa para buscar algo de comer. Sus hijitos tenían apetito y les encantaban los mariscos. Velozmente, la zorra brincó sobre el cangrejo y lo capturó entre sus fauces. Por mucho que este chilló pidiendo socorro, ninguno de sus hermanos en el mar pudo escucharlo.
Muy tarde entendió que habían tenido razón todo el tiempo y esto fue lo último que pudo meditar, antes que la zorra lo metiese en su madriguera.
Me merezco todo esto, por intentar comportarme tal y como si fuera un ser de tierra, si bien nací de mar se lamentó. No hay sitio más seguro que el hogar.
Moraleja: Si saldrás de casa para morar en un sitio diferente, ya antes toma tus cautelas, por el hecho de que no siempre y en toda circunstancia sabemos lo que nos espera en sitios ignotos. Tampoco vayas a olvidarte de tus orígenes por encajar en un lugar diferente, puesto que has de estar orgulloso de donde vienes.