Articulo de Otros Cuentos sobre Regalos de amistad
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Recuerdo que cuando éramos pequeños, a mis compañeros de estudios y a mí, nos agradaba hacer intercambio de regalos. Y todavía hasta el momento que estamos más grandes, nos reunimos para hacer esa agradable actividad. Era ameno descubrir los gustos preferidos de nuestros compañeros; no era simple. No había un motivo singular sino lo hacíamos por el gusto y la emoción de compartir y ver qué nos tocaba percibir a cada uno de ellos. Óscar y David, eran entusiastas de los carros a control a distancia, mas debían ser de color colorado y azul, no sé por qué razón. De ahí que a ellos siempre y en toda circunstancia les tocaba un carro de regalo sin importar lo más mínimo el tamaño o bien la marca. Un domingo de mañana, David y Óscar, jugando entre amigos sacaron sus juguetes y organizaron una carrera para poder ver cuál de los autos era más veloz. Cuando comenzó la competencia, todos daban chillidos y aliento tal y como si se tratase de una apuesta.
Todo estaba bien y también iba ganando el auto colorado de Óscar
en ese instante recordó David que las pilas de su carro estaban gastadas y que olvidó mudarlas. Se puso a plañir de saña. Grande fue su malestar, mas Óscar, al ver a su amigo tan frustrado, se aproximó, lo abrazó y le dio una palmada de esas que lo afirman todo sin palabras. Cuando David le contó lo sucedido, le dijo: Eso no importa, lo mejor es que estamos juntos, como siempre y en todo momento, en las buenas y en las malas. La carrera la perdió David antes que terminara, comentaron todos, mas no importaba quien ganase, lo mejor de todo era compartir grandes instantes y competir sanamente. Al final acabaron todos comiendo un enorme emparedado y un exquisito refresco como siempre y en toda circunstancia, entre amigos.