Articulo de Fábulas de Esopo sobre El león y su hijo
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Un león salvaje, harto de que los hombres le diesen caza, decidió emigrar a tierras lejanísimas para vivir apacible. Al cabo de cierto tiempo consiguió tener un hijo, que medró hasta transformarse en un cachorro muy inquieto. Un día le preguntó a su padre, quien ya era muy anciano, si eran naturales de esa tierra en la que habitaban.
No, hijo mío. Venimos de una tierra diferente, la que abandoné para quedarme acá.
El leoncillo le preguntó porqué había hecho eso. El viejo león le afirmó la verdad: los hombres daban caza a los suyos y debía sostenerse a salvo.
¡Yo vengaré lo que esas personas nos han hecho! rugió el pequeño león.
Su padre trató de hacerlo renunciar de la idea, advirtiéndole que los hombres podían ser peligrosos y era demasiado joven para combatirlos. Mas el leoncito no le hizo caso y de este modo, partió en un largo viaje hasta la tierra natal de su padre.
En el camino se halló con un caballo malherido en la mitad del camino, que no podía erguirse.
¿Quién te ha hecho esto? le preguntó.
El hombre que me monta me ha hecho esto, me alentó hasta hacerme sangrar y me ha dejado tirado acá, con mucho dolor.
¡Yo vengaré lo que ese humano te ha hecho! aseguró el inocente león y dicho esto, prosiguió caminando.
Estaba por venir a las tierras de su padre cuando, en una granja próxima, se halló con un buey que mugía cansado y enfermo.
¿Qué te ha pasado? preguntó.
Es mi amo, un hombre atroz que me hace trabajar por horas hasta el cansancio se quejó el buey.
El león le preguntó en donde estaba y el buey le afirmó que se hallaba labrando la tierra.
Te vengaré le aseguró el leoncito.
Y de este modo, se dirigió al campo, donde halló al labrador trabajando con un hacha.
¡Cuánto daño nos han ocasionado los hombres a los animales! Voy a destruírte lo conminó el pequeño.
Al ver no obstante, que el hombre asía su hacha, entendió que no tenía ventaja. Conque le planteó dejar el arma y acompañarlo ante su padre, el viejo león, a fin de que decidiese su castigo. El campesino admitió.
En el camino no obstante, el desalmado hombre lo engañó para ir por un camino que estaba lleno de trampas y cuando el pequeño león cayó en una, volvió reposadamente hasta su granja. Afortunadamente, el animal consiguió escapar asimismo y anduvo malherido nuevamente donde su padre, quien curó sus heridas y le hizo jurar que jamás más se pondría bajo riesgo.
Desde ese día, el leoncito aprendió a ser más cauto y toda vez que su papá le daba un consejo, prestaba atención en lugar de dejarse llevar por sus locos impulsos.
Moraleja: En ocasiones nuestras pretensiones son buenas, mas la carencia de experiencia y madurez nos juega en contra. Hay siempre y en toda circunstancia que oír los consejos de nuestros mayores, puesto que ya han cometido sus fallos.