La zorra que jamás había mirado un león

Articulo de Fábulas de Esopo sobre La zorra que jamás había mirado un león

La zorra que jamás había mirado un león

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Esta era una zorra que vivía en lo más profundo de un bosque frondoso. Ella conocía desde pequeña a todos y cada uno de los animales, desde las liebres hasta los pájaros. Mas lo que jamás había visto en su vida había sido un león, con esa melena frondosa, las zarpas afiladas y los dientes insaciables. De ahí que que un día, cuando salió a pasear fuera de su madriguera y se encontró con uno a la distancia, se quedó muy impresionada.
Nunca había mirado a un animal que fuera tan grande como aquel, ni que impusiese tanto respeto a su paso. Lo que más le llamó la atención fueron sus fuertes pisadas. Y conforme el león se iba acercando, la zorra sintió un enorme miedo.
La bestia pareció fijarse en ella y adelanto un tanto el paso, mas antes que pudiese hacer nada, se descabulló de manera rápida a su madriguera.
El segundo día, la zorra se atrevió a salir de su casa para regresar a caminar por exactamente el mismo rumbo. Sentía mucho temor de que se apareciese el león mas al unísono, tenía curiosidad. Y es que no todos y cada uno de los días veía a una criatura como aquella.
Tras un rato de pasear sin sobresaltos, la pequeña zorra distinguió una silueta familiar en la distancia, ¿era él de nuevo!
Esta vez no escapó a su escondrijo, sino se quedó quietísima en la mitad de unos arbustos, oculta y apenas respirando a fin de que el predador no pudiese sentir su presencia. De este modo además de esto, se dio el lujo de mirarlo más de cerca. Sí que era espantoso, con sus enormes colmillos y esas patas que parecían capaces de derruir a diez corzos al unísono. Al tiempo no obstante, parecía un animal afable y andaba con tanto desenfado, que la zorra ya no sintió tanta falta de confianza.
Al tercer día salió de nuevo de su madriguera y volvió al camino por el que andaba el león. Esta vez, cuando lo vio aparecer, no corrió a esconderse sino continuó donde estaba.
El animal apreció su presencia y se aproximó a ella.
—Muy buenos días tenga , señorita zorra —le dijo—, anteayer aprecié que se hallaba por acá mas parecía tener algo de prisa.
La zorra sonrió y entonces descubrió que ya no le tenía temor. Conque los 2 pudieron mantener una amistosa charla. Y desde ese día de ahora en adelante, toda vez que se hallaban en el camino del bosque conversaban, en ocasiones cazaban juntos y compartían el alimento.
El león y la zorra fueron los mejores amigos por muchos años, mas lo más esencial, fue que aprendió que en ocasiones lo que más tememos es lo mejor de la vida.
Moraleja: En ocasiones lo ignoto nos puede provocar temor y también inseguridad, puesto que nada es más seguro que lo que se conoce. No obstante, merece la pena exponerse a conocer cosas nuevas que más adelante nos puedan traer grandes alegrías. No permitas que el miedo te impida conocer el planeta.