La Gallina de los Huevos de Oro (versión moderna)

Articulo de Cuentos Infantiles con Moraleja sobre La Gallina de los Huevos de Oro (versión moderna)

La Gallina de los Huevos de Oro (versión moderna)

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Muy arriba en las nubes, afirman que hace bastante tiempo había una urbe de gallinas mágicas, las que en vez de poner huevos normales, ponían huevos de oro puro. De ahí que que estas gallinas pesaban mucho.
No se sabe el origen de estas gallinas o bien si todavía prosiguen existiendo. Mas lo que sí se sabe es que un día unas gallinitas bebés jugaban a las ocultas. Galla era una de las gallinitas que jugaban. De repente Galla se distanció demasiado, lo más veloz que pudo, a fin de que sus amigas gallinitas no pudiesen hallarla.
Entonces Galla corría y corría mirando cara atrás para poder ver si alguien se daba cuenta en donde se iba a ocultar. Galla se olvidó que en la Escuela de las Gallinas de Oro se enseñaba que si uno se distanciaba mucho de los límites de la urbe, padecería una caída sin retorno cara un vacío eterno y ignoto.
De repente Galla se acordó lo que le habían enseñado en la escuela mas ya era demasiado tarde. Se dio cuenta que ya no había donde pisar y después de dos segundos caía cara el vacío. Galla agitaba sus alas mas era inútil. No podía batallar contra la caída. No podía hacer nada. Hasta el momento en que sintió que su velocidad iba reduciendo merced a unas hojas enormes de un árbol enorme que para suerte de ella estaba plantado en el agua y poquito a poco amortiguaba la caída hasta el momento en que por último su sumergió suavemente sin padecer daño.
Su instinto de supervivencia hizo que saliese a flote y nadase hasta la ribera. Al poco rato vio que una fila de gallinas pasaba cerca.
-¿Ustedes asimismo se cayeron? -preguntó Galla.
-¡De qué charlas? Es la primera vez que pasamos por acá. El granjero nos dio permiso para caminar un rato. Él es buenísima persona y probablemente te va a recibir en la granja con mucho gusto -respondieron.
-Vaya. Yo en realidad vivo en las nubes. Jugaba con mis amigas mas me caí y no sé de qué manera volver.
-¿Vives en las nubes y te caíste? Bueno lo más probable es que sí te hayas caído y te hayas golpeado la cabeza. De ahí que piensas que vivías de las nubes. Si deseas síguenos. Puedes ser nuestra convidada. Te vamos a invitar a cenar mientras que nos cuentas y tratas de rememorar de dónde vienes realmente. Tienes suerte de que nuestro granjero sea el más afable de todo el planeta.
Entonces Galla las prosiguió y en cinco minutos llegaron a la granja. Cenaban y Galla les contaba todo cuanto había en la Urbe de las Gallinas de los Huevos de Oro. No le creían mas igual la escuchaban pues era entretenido saber que en las nubes había una enorme urbe en donde las gallinas vivían muy felices y no trabajaban para un granjero.
En la mitad de la charla, Galla se sentó y todas y cada una la miraban de forma extrañísima. Galla se veía extraña. Entonces Galla se paró y todas y cada una se sorprendieron considerablemente más. Galla había puesto un huevo…… ¡mas de oro! Le preguntaron a Galla por qué razón había puesto un huevo de oro y se sorprendió por el hecho de que creía que todas y cada una ponían huevos como los de ella. Entonces todas y cada una comenzaron a creerle la historia de que en las nubes había una urbe de Gallinas de Huevos de Oro.
De súbito se escucharon pasos que se aproximaban al gallinero. ¡Era el granjero! Si veía que Galla ponía huevos de oro, ¿qué iba a pasar? Si bien era un hombre bueno, no sabían de qué forma iba a reaccionar alguien pobre con tanta riqueza de un día para otro. Todas y cada una acordaron guardar el secreto.
El Granjero se dio cuenta de Galla, mas no le dio mucha relevancia. La miró y le dijo: “¿Y tú de dónde saliste? Bueno una gallina más. No hay problema”. Le puso un nido a fin de que descanse y se fue.
Y de este modo se pasaron dos años en un instante. Toda vez que Galla ponía un huevo de oro, debían sepultarlo y poner un huevo normal debajo de ella. Las Gallinas se alternaban para obsequiarle un huevo normal a Galla.

Un día, el hijo del granjero enfermó. El granjero día a día recogía los huevos mas con una gran tristeza que hasta las gallinas lloraban de pena. Todos y cada uno de los días escuchaban al granjero discutir con su esposa pues el dinero no