Articulo de Otros Cuentos sobre Una princesa con una lección para los padres
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En el momento en que una es pequeña, piensa como todas las otras en jugar y divertirse. Todo lo hace con mucha sencillez y libertad. Ana era hija única del rey y la reina y desde el instante en que nació la cuidaba bastante gente. La pequeña medraba y toda vez que deseaba reunirse con las hijas de los empleados del palacio, sus progenitores no la dejaban. Le afirmaban que eran diferentes mas Ana no entendía cuál era esa diferencia de la que charlaban sus progenitores. Un día, Ana jugaba sola con una pelota aprovechando la ausencia de sus progenitores. Esta cayó por uno de los balcones del palacio y la pequeña, sin medir el riesgo brincó tras la pelota y cayó a un jardín.
Dichosamente cayó sobre uno de los árboles y solo se hirió un brazo. En ese momento la hija de uno de los empleados que jugaba cerca del sitio vio lo ocurrido, informó a sus progenitores y corrieron a ayudar a la princesa. Los reyes que estaban de viaje lejísimos del palacio, al enterarse de lo sucedido retornaron pronto preocupadísimos por su única hija. Al volver hallaron a la pequeña en su cama con un brazo enyesado y pese a eso muy entretenida jugando con la pequeña que la socorrió. Lo que veían sus progenitores en su venerada hija, era muy enternecedor. Hace mucho que no la veían sonreír tanto sin importarle el dolor en el brazo.
Los reyes entendieron que la dicha de su pequeña estaba por encima de todas y cada una de las cosas protocolo y costumbre de la vida en un palacio. Desde aquel día, cada viernes los reyes festejaban una enorme celebración para Ana y todos y cada uno de los pequeños que vivían con ellos y alrededor del palacio. Mucho más tarde, ahora que Ana medró y es una reina, prosigue con exactamente la misma tradición. Una vez por mes todos se dedican a ser felices y a festejar con una enorme celebración el día de la amistad en el palacio, donde todos y cada uno de los pequeños juntos se entrelazan con un mismo sentimiento de alegría y amistad .
