El mejor trabajo del mundo

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El mejor trabajo del mundo

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Todos aguardamos un empleo que cuando menos nos deje vivir apropiadamente y salir adelante con nuestra familia. La familia de mis vecinos desde generaciones pasadas sostenían un importante empresa de chocolates en el Perú, en la urbe del Cuzco. Doña Peta, madrugaba para ir temprano a la chacra y retornaba a preparar el desayuno. Entonces limpiaba la casa, lavaba y cocinaba apurada antes que lleguen los trabajadores de sus chacras a comer por el hecho de que les daba comida a cambio de dinero mensualmente. Doña Peta, trabajaba demasiado en su hogar sin percibir ayuda del resto familiares. Ni tan siquiera recibía las gracias cuando con tanto amor los atendía. Javier, su esposo, se atrevió a decir alguna vez que no hacía nada y que debía asistir en la factoría. Doña Peta, realmente triste, sentía que no era valorada con lo que hacía.
Ellos y toda la familia iban cada fin de semana a la iglesia. En una de esas asambleas, el reverendo dijo: “Si hay alguien acá que no valora lo que la esposa y Madre hace en el hogar, han de saber que hay alguien que valora mucho lo que hacen. Para Dios, el trabajo más valioso es el de una Madre. Ella es la profesora del hogar pues enseña a sus hijos y los guía. Si bien no sea perfecta da lo mejor de sí. Absolutamente nadie daría hasta la vida por sus hijos. Solo lo hizo Dios y después son quienes harían lo mismo. Son administradoras si bien no hayan ido a la universidad. Hacen magia sin ser magos. Si bien tengan poco dinero pocos comprenden como consiguen que alcance para lo básico. Lo peor de todo es que pocos valoran sus atenciones y quienes agradecen sus sacrificios. Jamás reciben un salario. Tienen un horario para levantarse, mas jamás para acostarse. Lo único que espera es que la consideren con respeto, cariño y que al menos le den las gracias para proseguir con entusiasmo en tan noble labor”. Lo que parecía un sermón, se transformó en un linimento para el corazón de Peta y todas y cada una de las Madres que estaban allá. El resto, estoy segura que recibieron una enorme lección.