Aladino y la lámpara maravillosa

Articulo de Cuentos de Hadas sobre Aladino y la lámpara maravillosa

Aladino y la lámpara maravillosa

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En un reino lejano de Arabia vivía Aladino, un chico muy irresponsable que no tenía a absolutamente nadie en el planeta, más que a su padre madre. Continuamente hurtaba y actuaba malamente, tirando por tierra los sacrificios de la mujer para instruirlo como a una persona aceptable. Mas como lo quería mucho, jamás tenía fuerzas para corregirlo.
Un día, llegó a casa de Aladino un viejo realmente bien vestido, que aseveró ser su tío lejano. Su madre lo atendió lo mejor que pudo y le preparó la cena con lo poco que tenían.
—Mañana me acompañarás en un viaje hasta el desierto —le afirmó el hombre a Aladino—, cuando retornemos, te voy a transformar en un mercader tan rico como lo soy .
Aladino admitió de buen grado, imaginándose todas y cada una de las riquezas que conseguiría por asistirlo. Lo que no sabía realmente, es que aquel ignoto no era familiar suyo, sino más bien un desalmado hechicero que precisaba a un chico diligente como él para penetrar en una gruta enigmática y buscar la lámpara fantástica.
Al día después, los 2 partieron al desierto y viajaron hasta el momento en que el sol se puso, llegando a un rincón desierto entre las dunas. Allá, el mago pronunció unas palabras segregas y una cueva surgió de entre la arena.
—Entra allá y tráeme la lámpara que hallarás en el interior —le ordenó el hechicero a Aladino—, cuando lo hagas, volveremos a casa.
Aladino descendió entonces por una extensa escalinata de piedra, hasta lograr la lámpara. Al mago le relucieron los ojos de ansía al ver que volvía con su tesoro entre las manos.
—¡Dámela! —le chilló, impaciente.
—Espera a que salga de acá —le afirmó el chaval.
Mas el mago no deseó aguardar y también procuró arrebatársela. En su desesperación, la caverna tremió nuevamente y Aladino cayó cara atrás con la lámpara, quedando encerrado. Lleno de saña, el hechicero lo maldijo y se fue, dejándolo atrapado.
Realmente triste, Aladino miró la lámpara y la frotó para poder ver si por lo menos, podía lograr algo de luz. Grande fue su sorpresa cuando del interior, surgió un genio que se inclinó hacia él.
—Tus deseos son órdenes para mí, amo —le afirmó.
Atónito, Aladino le solicitó que lo sacara de la gruta y lo llevase de vuelta a casa. Prontísimo volvió a aparecer al lado de su querida madre, quien se sorprendió al percibir lo que había ocurrido en el desierto. Desde ese instante y merced al genio de la lámpara, sus vidas mejoraron mucho.
Aladino se volvió tan rico como un príncipe y después le obsequió al sultán mil piedras bellas, así como todo género de excepcionales riquezas. A cambio, le entregó de su preciosa hija en matrimonio.
Con su madre asimismo fue generosísimo, puesto que le edificó un palacio y jamás más tuvieron que pasar apetito. Él cambió y se transformó en un chaval gentil y dadivoso con los pobres. Todos sintieron gran admiración por él y por la familia que formó con la princesa.
FIN