La doncella sin manos

Articulo de Cuentos de Hadas sobre La doncella sin manos

La doncella sin manos

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Había una vez un viejo molinero que era tan pobre, que decidió convenir con el demonio a fin de que lo sacara de la miseria. A cambio, el maligno le afirmó que se llevaría a su única hija, una bella chavala que era noble y pura de corazón. Al enterarse del atroz pacto de su padre, la chavala rompió a plañir y con sus manos frágiles se limpiaba las lágrimas.
Esto no agradó al demonio, quien ordenó que se las cortasen para poder llevárselas. La doncella perdió sus manos mas incluso privada de ellas, prosiguió secándose el lloro con los muñones, por lo que el diablo renunció de llevarla con él.
La chica escapó de su casa y se fue a deambular por el planeta, hasta el momento en que llegó a un palacio muy, muy bello, con un precioso jardín lleno de frutales.
Hambrienta como estaba y sin manos, entraba por las noches y tomaba con la boca uno a uno, los frutos que medraban en las ramas bajas. El rey de aquel castillo, al descubrirla, pensó que era un espíritu que erraba por su jardín. Un día se atrevió a hablarle y descubrió que era una joven buena y humilde. La vio tan linda que decidió tomarla por la esposa y mandó asimismo que le fabricaran unas manos de plata.
Tuvieron una boda por lo alto y tiempo después, un hijo.
Tristemente reventó una guerra en la frontera del reino y el rey debió partir a luchar. Ya antes de irse, encargó a su madre que cuidara de su esposa y de su hijo, mas el demonio, rencoroso por no haberse podido llevar a la doncella, le tendió una trampa, mudando una carta del soberano por otra en la que ordenaba que la asesinaran de manera conjunta con su hijo.
La madre de Su Majestad, llena de horror, le afirmó a su nuera que escapara al bosque con su nieto si deseaba salvar la vida. Realmente triste, la reina tomó a su pequeño y deambuló nuevamente por el planeta, hasta el momento en que halló una cabaña en la que un ángel le dio asilo.
Allá, la reina y el principio eran alimentados y cuidados por aquel mandado del Señor.
7 años después concluyó la guerra y el rey volvió a palacio, solo para enterarse de las tristes noticias. Su esposa y su hijo habían desaparecido, tras leer aquella carta falsa en la que ordenaba que los asesinaran.
Resuelto a hallarlos, partió nuevamente y se prometió no comer, ni reposar hasta el momento en que hubiese dado con los dos. Fue como deambuló por meses, hasta llegar a una enigmática casa en la mitad del bosque, donde un ángel lo recibió y lo nutrió. Allá, el rey se halló con un pequeño risueño y con su esposa, a la que al comienzo no reconoció por no llevar las manos de plata: el buen Señor se las había hecho medrar nuevamente, como recompensa a su bondad.
Reunido con su familia, el rey volvió con ellos a su castillo y fueron muy felices.