Un niño compasivo

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Unos pequeños viajaban con su madre en el autobús, iban de forma cómoda sentados y bastante distraídos mientras que jugaban entre ellos. Pasaron unos minutos y subió un anciano con mucha complejidad, apoyado en su bastón y el cobrador quien le dio la mano, desgraciadamente los pequeños estaban en los asientos reservados para personas con necesidades singulares. La madre miraba de reojo al anciano que no podía mantenerse de pie y a sabiendas de que sus pequeños deberían desocupar los asientos se sostenía indiferente haciendo gala de su mala educación.
Todos tenían exactamente la misma actitud a pesares que el cobrador solicitaba en voz alta que le cediesen el asiento al anciano, quien fatigado de aguardar deseó bajar ya antes de su destino, siendo impedido por uno de los pequeños que hace rato deseaba erguirse mas no lo hacía por miedo a su madre quien repetía diciendo:
-No te levantes, ya pague tu pasaje y estás en tu derecho a continuar allá.
Mas el pequeño, recordando las enseñanzas de su Padre y su abuelo a quienes veía siempre y en toda circunstancia levantarse para dar el asiento a las señoras que estaban aguardando un bebé, ayudando a los ancianos a cruzar la pista o bien cargando las bolsas pero pesadas de sus vecinas cuando venían del mercado de hacer sus compras para la semana.
De este modo el pequeño respondió a su madre:
-Mamá, tu asimismo avejentarás cualquier día, y no me agradaría que no te diesen el asiento, ¿te agradaría a ti que te traten como al señor?
Haciendo el pequeño de esta forma, que la mamá se diese cuenta de su fallo y se sienta abochornada, fue misma quien cedió el asiento al anciano, quien aliviado agradeció continuando su camino desde la comodidad de su asiento.