El asno y la perrita faldera

Articulo de Fábulas de Esopo sobre El asno y la perrita faldera

El asno y la perrita faldera

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En una granja muy próspera, vivía un granjero que tenía muchos animales, mas su preferido era su perra perra faldera, una criaturita que le hacía fiestas todos y cada uno de los días al llegar a casa y le lamía los dedos de las manos para probarle su cariño. Ella vivía en casa con la familia, dormía al lado del fuego y comía bajo la mesa las sobras que su amo le daba.
Estaba asimismo un joven asno con el que el granjero iba todos y cada uno de los días a hacer la labranza y recorrer los campos. Esta bestia de carga le servía de transporte y asimismo para tomar el arado. Pasaban un buen tiempo juntos y el hombre lo apreciaba, si bien no tanto como a su perra.
Incluso de esta forma, el animal estaba bien cuidado y alimentado, jamás le había faltado de nada en el establo y si bien trabajaba durísimo, nunca se le había maltratado o bien demandado más de la cuenta.
Un día, volvía el hombre de sus tareas con el asno, cuando la perra salió a recibirlo dando brincos y ladrando. El granjero rió y procuró en su morral un sabroso mordisco que le había quedado del almuerzo para dárselo. Ella lo recibió con gusto y brincó a su regazo, en donde su amo le acarició las orejas.
—Eres una buena y hermosa perra —le afirmó con orgullo.
Al ver esto, el asno sintió unos celos horribles.
—¿De qué manera posiblemente desee a esa pequeña bestia pilosa más que a mí? —se dijo— Yo soy el que lo acompaña al campo todos y cada uno de los días y lo deja montar sobre su espinazo. Si no fuese por mí, los deberes de la granja serían inacabables. ¡Merezco más atención que esa perra! Ella solo sabe brincotear y hacer el imbécil por ahí, ni trabaja y se queda con las mejores sobras del amo.
Entonces observó como se comportaba la perra y se le ocurrió una disparatada idea.
—A lo mejor si asimismo le hago fiestas, le lamo las manos y trató de sentarse sobre su regazo, me quiere más.
Pensando de este modo, el asno trató de imitar a la perra parándose sobre sus 2 patas traseras, cosa que hizo reír mucho al granjero. Mas entonces, cuando el animal procuró subirse a sus rodillas chilló de terror. Debieron salir los criados de la granja para contenerlo, pensando que deseaba atacarlo. Puesto que el burro se había puesto muy cabezota en subirse sobre el hombre y rebuznaba enloquecido.
La perra empezó a ladrar con escándalo y a gruñir para distanciarlo, hasta el momento en que los sirvientes pudieron hacerse cargo de él.
Y cuando el asno se dio cuenta de lo que había pasado, se sintió muy humillado. Desde ese momento, el amo no volvió a mirarlo más con agrado.
Moraleja: Que los celos jamás dominen tus acciones. Todos somos valiosos a nuestra forma y debemos saber reconocer las virtudes del resto. No envidies a absolutamente nadie por su forma de ser, trata de resaltar con tus ventajas y vas a ser retribuido.