El avaro y el oro

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En una ocasión, un hombre viejo examinaba sus cosas y se animó a vender lo que en ese instante consideraba ya no sería útil para él. Una vez hecha la venta, se fue a adquirir una pieza de oro y pensó que era bueno ocultarla en la esquina de una pared.
Cada mañana el anciano corría deseoso para poder ver y acariciar lo que veía como una pieza de mucho valor, pasaba el tiempo y todos y cada uno de los días hacía lo mismo. Mas no contaba con la atenta mirada de un vecino suyo que sorprendido se preguntaba por el hecho de que el anciano todos y cada uno de los días se aproximaba a buscar en ese rincón de la pared. Una mañana como era de costumbre, el anciano apresurado fue a ver la pieza de oro y . . . ¡oh, sorpresa! ya no estaba en su sitio. El vecino muy curioso, había planeado como acercarse al sitio sin que este lo notara y en un desatiendo del anciano, el vecino halló el oro y la hurtó sin pensarlo un par de veces.
Al caer en la cuenta el anciano del hurto, se tomaba de los pelos con desesperación, al ver lo sucedido un amigo suyo que pasaba por allá se enteró de lo acaecido y le dijo: Mas ¡pues reaccionas de este modo, tu eres muy avariento y estoy seguro que jamás le iba a dar empleo a esa pieza de oro, probablemente solo la tenías para mirarla, conque a mi me da la sensación de que si pones una piedra en su sitio a ti debería darte lo mismo. Imagínate que es el oro y tema arreglado!