El Mago de Oz

Articulo de Cuentos Clásicos para Niños sobre El Mago de Oz

El Mago de Oz

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Autor Original: Lyman Frank Baum (mas se han hecho ciertas adaptaciones)
En la granja de sus tíos vivía Dorita, una pequeña muy risueña y muy desganada de vivir allá. Una tarde, Dorita y su cánido Toto vieron como se aproximaba un tornado, corrieron cara la granja mas el tornado les alcanzó; sus tíos no pudieron evitarlo viendo marchar a su querida sobrina y el can por el cielo.
Dorita y Toto aparecieron en un sitio completamente diferente. Un hada les visitó y Dorita le preguntó por el camino de vuelta a casa, y esta la recomiendo consultar al Mago de Oz, indicándoles un largo camino dirección hacía el país de Oz. Entonces se pusieron en marcha y al rato se cruzaron con espantapájaros que, aparte de estar vivo, charlaba y solicitaba a voces un cerebro, la pequeña le invito a acompañarla y de esta manera podría preguntar al mago; y siguieron los 3. Después vieron un triste y decaído hombre de lata que se lamentaba, puesto que deseaba tener corazón, y Dorita le ofreció unirse al conjunto y le pareció buena idea. Después les sorprendieron un lloro, era un león miedica, que lloraba y lloraba, conforme afirmaba, por el hecho de que anhelaba bravura. Y todos juntos reiniciaron el camino, en busca del mago.
A la llegada al país de Oz encontraron al mago y le explicaron sus peticiones; mas este, antes de nada, les puso una condición: derrotar a la desalmada hechicera que tenía encantado el reino. Y como unos guerreros se fueron a capturarla; cruzando un campo de amapolas, cuyo aroma les hizo caer en un profundo sueño, siendo atrapados por los monos voladores de la hechicera. Al despertar se hallaron con la hechicera frente a ellos, y Dorita, sin pensarlo, le echo encima un cubo de agua, sin saber que algo tan simple la haría desaparecer, y de este modo fue, la hechicera evaporó en un charco.
Al volver descubren que el mago solo era un anciano farsante oculto tras una enorme máquina, que no existía tal hechizo, y es de esta manera como se dieron cuenta que habían hallado aquello que tanto deseaban dentro de sí, a lo largo del largo viaje así como sus amigos, que la fortaleza que vive en cada uno de ellos de ellos, solo debían localizarla. El espantapájaros había dejado de ser un objeto, fue tan útil como los demás; el hombre de lata pudo sentir el afecto hacía sus amigos y el temor hacía la bruja; y el león descubrió su osadía enfrentándose como un guerrero.

El anciano, que no tenía nada de mago, de esta manera se lo confirmó y además de esto les contó que llevaba allá un buen tiempo deseando irse, y hasta tenía un globo mágico para huir. Dorita y Toto se fueron con él. Fue un viaje tan atareado que el viento hizo caer al can y Dorita salto tras él. En su caída la pequeña soñó como el hada le decía: “tu sabes bien Dorita, que en ningún lugar se está como en casa”, imaginó su añorada casa, y allá apareció, sus tíos la despertaron, se había quedado dormida y todo resultó ser un sueño.