La familia León

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En un pueblito llamado Manzano vivían mil quinientos habitantes, era un sitio con muchos árboles, verde, floreado y lleno de fauna. En Manzano vivía la familia León y su cánido Lulo, era una familia unidísima y simpática y vivían en su casa de madera con un jardincito bien cuidado.
El pequeño de la familia se llamaba Ian, era un pequeño travieso al que solo le agradaba jugar todo el día con Lulo. Ian iba a la escuela y los años siguientes pasaron volados, cuando se quisieron dar cuenta la familia León Ian estaba a puntito de graduarse y también irse a otro país a vivir.
Lulo su amigo de confianza estaba muy viejito, hacía unos años que apreciaba la ausencia de Ian, pues el no tenía ganas de jugar con su can, había crecido y ya no le hallaba la diversión.
Por su parte no se dio cuenta que Lulo de la misma manera que iba medrando y haciéndose mayor, y ya le dolían mucho los huesos y estaba agotado todo el día.

Un día, Lulo amaneció enfermísimo, no deseaba comer, ni correr, ni saltar… Estaba agotado y también Ian estaba graduándose y olvidándose de que su amigo leal, aquel que continuó a su lado cuando empezó a pasear, a correr o bien a jugar… Estaba cansadísimo, muy mayor y enfermísimo y ni se acordaba.
A las un par de semanas Lulo se fue al cielo de los perros, paso por el arcoíris y le salieron unas grandes alas violetas… ya no padecería más, se iba lleno de amor por todos y cada uno de los que dejaba en la tierra y feliz por haber vivido una vida a la vera de la familia León.
Cuando Ian se enteró de la nueva, empezó a rememorar todo cuanto había pasado con Lulo, sus juegos, su vida, su entretenimiento, su tiempo perdido sin él… y lo peor es que ya no había marchas atrás ya se había ido, lo había perdido por siempre.
Lulo… al verlo sollozar apareció y le dijo:
– Ian, te quiero mucho, no deseo verte sollozar mas te voy a dar un consejo: “valora siempre y en todo momento lo que tienes ya antes de perderlo”, no deseo regresar a verte de esta forma, te mereces lo mejor, gracias por pasar junto a mí los mejores instantes de tu vida.
Y de esta forma Ian comprendió que a las personas o bien a los animales se les debe valorar siempre y en todo momento y estar a su lado en todos y cada uno de los instantes posibles.