La pulsera de plata

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La pulsera de plata

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En un parque residencial, jugaban un conjunto de pequeños a las ocultas en una tarde de verano. Angélica era una pequeña que llevaba en la mano una pulsera de plata, entre otros muchos accesorios. La joya tenía un valor singular en el corazón de la pequeña puesto que era un regalo de su madre. De esta manera era , llevaba puesto todo cuanto le agradaba aprovechando que la mamá trabajaba. Retornando a su casa, Angélica se dio cuenta que le faltaba la pulsera que su mamá le obsequió en su último aniversario. En la pulsera estaba grabado su nombre y afirmaba también: “Para Angélica, la mejor hija”. La sofocación la invadió al punto de retornar corriendo sin fijarse al cruzar la pista. Procuró y buscó en el parque desesperadamente antes que se hiciese a la noche y sea demasiado tarde, mas jamás la halló. El dolor no era en sí por la pérdida de la pulsera sino más bien pues su madre retornaría pronto de trabajar y no deseaba desilusionarla.
Ella le afirmó que no sacara la pulsera cuando saliese a jugar en el parque y que debía emplearla a veces singulares únicamente. Mas como muchos pequeños, no hizo caso y desacató. Fatigada de buscar la pulsera, pensó en retornar a la casa. Fue realmente difícil, mas con mucha pena Angélica debió decir la verdad. Sabía del esmero que su mamá hizo para adquirirle aquel regalo y de lo malo que iba a sentirse. La madre, enterada de todo, afirmó a su hija: “Hiciste mal en desacatarme, mas lo mejor es que haz dicho la verdad y que nada malo te sucedió. Lo material no es tan esencial mas espero que aprendas la lección y no vuelvas a hacerlo. Haz siempre y en toda circunstancia lo adecuado suceda lo que suceda. Cuando medres me lo agradecerás algún día”, afirmó con ternura la madre.