Un par de pilluelos

Articulo de Cuentos Clásicos para Niños sobre Un par de pilluelos

Un par de pilluelos

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Un gallo le afirmó a una gallina:
-“Las nueces ya maduraron, creo que sería mejor irnos lejos a comerlas, ya antes que llegue la ardilla y se las coma todas y cada una, ¿no te semeja?”.
-“Claro, afirmó la gallina, vamos pronto a comer pues ya tengo hambre”.
De esta manera, llegaron a determinado sitio y comieron tanto hasta engordar, ya no podían ni moverse y menos pasear, de ahí que debieron hacer un carro para movilizarse. Inmediatamente se subió la gallina y aguardando que el gallo jalara el carro, mas el no deseó y le dijo:
-“No pienso hacer eso, prefiero ir caminando, de esta manera voy a estar mejor”.
Y mientras que se ponían conforme apareció una pata muy enojada demandando su presencia, pensando que se comerían sus nueces comenzó a perseguirlos, mas el gallo a tiempo la detuvo y bajo amenaza, hizo que la pata atada al carro los llevase mientras que corría y el gallo hacía de chofer.
En el camino una aguja y un alfiler trataban de detener el carro para solicitar que los llevasen, puesto que afirmaron que iba a obscurecer prontísimo y no tenían movilidad. En el momento en que admitieron el gallo y la gallina, siguieron su camino juntos hasta llegar a un alojamiento. El dueño dudo en admitirlos mas frente a la oferta del gallo, de dejarle a la pata que ponía un huevo día a día, al fin el hombre admito.
Todos descansaron felices aquella noche, al amanecer mientras que todos dormían, canto el gallo y despertó a la gallina, juntos comieron el primer huevo que la gallina puso ya antes que saliesen del alojamiento. Ya antes de partir, pusieron la aguja en la toalla del dueño de la posada y el alfiler en su asiento, de forma que el hombre se hiriera cuando las usara.
Al secarse la cara, el hombre se hiero el semblante con el alfiler, muy enojado fue y se sentó sin saber que la aguja estaba clavada en su asiento preferido, y la aguja lo hiero mucho, entonces sospecho de sus huéspedes, fue a procurarlos y no los halló. Pensó entonces que no era bueno alojar gente como , puesto que su forma de de hacer gracietas no eran de su agrado y se marchan sin abonar su consumo.