De como el venado obtuvo su piel manchada

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De como el venado obtuvo su piel manchada

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Cuentan que hace bastantes años, cientos de años, los venados no tenían esa bella piel cobrizo con máculas que les conocemos, sino eran absolutamente blancos como la nieve. Esto, para su desgracia, provocaba que fuesen muy simple de apresar para los humanos, puesto que destacaban al momento entre los salvajes paisajes de la tierra.
Un día, cierto venadito salió a buscar algo para comer cuando atrajo la atención de un conjunto de cazadores. Velozmente, los sujetos corrieron detrás de él apuntándole con sus lanzas y lanzándole piedras a fin de que perdiese el equilibrio.
Y si bien el animal era muy veloz, el temor y los incesantes ataques de sus perseguidores provocaban que estuviesen a puntito de darle alcance. Al filo del cansancio, el venado pisó por accidente un pozo tapado con hojas secas y cayó dentro, torciéndose una pata.
Los cazadores, que venían detrás de él, no consiguieron localizarlo dado a que la tierra que le había caído encima la ocultaba.
Se dieron por vencidos y se fueron a casa.
Comenzaba el venadito a plañir en el momento en que unos duendes aparecieron en el pozo con él y se compadecieron de su situación.
—No estés triste, vamos a sanarte la pata y te asistiremos a salir.
Y dicho y hecho, se pusieron a tratarle la herida con yerbas a fin de que sanara pronto. Mas todavía de esta manera, el venado siguió triste.
—¿Para qué sirve que me curen, si cuando salga los humanos me van a regresar a apresar? Mi piel es tan blanca que en todos lados me ven. Si no me hallaron ahora, es por qué razón estoy todo lleno de tierra.
—¿Y por qué razón desearían los humanos cazarte, amigo?
—Es que a ellos les chifla comer carne de animales como . Además de esto, con mi piel harían todo género de cosas, desde ropa para ellos hasta zapatos. ¡Me horroriza meditar en eso!
—Que atroces pueden ser los humanos —afirmó el mayor de los duendes—. Si te concedo un deseo pequeño venado, ¿serías más feliz?
—Solo si puedo solicitar una piel nueva.
—Por supuesto que puedes.
Por medio de un ritual sagrado, los hombrecillos cubrieron al venado con más tierra para manchar su piel muy, muy blanca, mientras que elevaban sus oraciones al sol a fin de que esta se convirtiera. Y el sol los escuchó y decidió concederles lo que tanto anhelaban: una piel plenamente diferente para el inocente venado.
Antes que el enorme astro desapareciese en el horizonte, los duendes lo sacaron del pozo y vio que verdaderamente había alterado.
Ya no era del color de la leche, sino se perdía sencillamente entre los árboles y las pendientes, con su nueva piel que había adquirido el tono de la corteza. De ahí de ahora en adelante los humanos tendrían que pasar más peripecias en el momento de capturarlo y viviría siempre y en todo momento en libertad.
De ahí que es que hasta el día de hoy, todos y cada uno de los venados tienen el espinazo, la cabeza y las patitas cobrizos. No hay semblante de blanco más que en su cola, sus orejas, su morro y las máculas de su espinazo.