El oso de peluche

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El oso de peluche

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En un instituto privado, a lo largo del recreo los pequeños que deseaban podían ir a un salón donde habían juguetes a fin de que jugasen allá si de este modo lo deseaban. Carmen era una pequeña que adoraba los osos de peluche . Su mamá le obsequió uno muy grande que lo empleaba como almohada, y lo abrazaba mucho ya antes de dormir. Carmen, deseaba toda vez que su mamá le cuente historias sobre animales y le dé las buenas noches con el “abrazo del oso” (de este modo afirmaban cuando se abrazaban realmente fuerte). Una mañana a la hora del recreo, Carmen entro al salón para jugar con el oso más grande que había allá, en exactamente el mismo momento otra pequeña estiraba la mano para sujetar exactamente el mismo peluche. Carmen no tenía hermanos y veía en sus amigos del instituto la manera de compartir con ellos toda vez que podía y al ver a la pequeña no se hizo inconvenientes y pensó en compartir juntas el peluche, turnándose cada una para jugar. Por la tarde le contó a su mamá lo sucedido y le respondió: “Eres una pequeña generosísima, hiciste lo adecuado y compartir fue bueno para ti y tu compañera. De ahí que tienes tantos amigos y estoy muy orgullosa de ti, querida”. Por la mañana siguiente la nueva amiga de Carmen, llevó un sabroso emparedado, su muñeca preferida y los compartieron juntas a la hora del recreo.