La Cenicienta

Articulo de Cuentos Clásicos para Niños sobre La Cenicienta

La Cenicienta

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Autor Original: Converses Perrault (mas se han hecho ciertas adaptaciones)
Cenicienta era pequeñísima cuando perdió a su madre; con los años, su padre conoció a una mujer y decidió casarse de nuevo. Cenicienta tendría una madrastra, con la que convivía desde este momento, aparte de sus 2 hijas. La convivencia no es que fuera buenísima, mas todo empeoró con la muerte del padre de Cenicienta. Y la pena tan grande que supuso para su hija, dejándola sola y huérfana, debiendo aguantar el menosprecio por la envidia que su madrasta y sus hermanastras le tenían; puesto que eran un tanto malévolas, todo lo opuesto a Cenicienta, una pequeña digna de admirar, tan espléndida y franca que el vecindario la sabía estimar, llena de bondad y belleza, y en eso consistía su encanto, autentica dulzura. Y pese a todo, la pobre Cenicienta proseguía siendo gentil con ellas, tras las cosas que la forzaban a hacer, que no era poco, en tanto que se ocupaba de todas y cada una de las labores del hogar y estaba a su servicio, mas lo peor era que prácticamente la trataban como una esclava.
En primavera, la reina convocó un enorme baile con la idea de localizar esposa para su hijo el príncipe. La madrastra y sus hijas al enterarse, deseosas, no aguardaron ni un segundo y empezaron con los preparativos sin contar con Cenicienta. Ella se enteró exactamente el mismo día del baile, y se le ocurrió desempolvar el viejo vestido de su madre, lo arreglo y tan bonito le quedó, que al verlo sus hermanastras, llenas de celos y saña lo destruyeron. Cenicienta entristecida se puso a plañir y su lloro hizo venir al hada madrina, que con un toque de su barita mágica la convirtió en una princesa y en su carroza se fue, al baile, al lado del anfitrión. Mas ya antes de irse el hada le advirtió que el hechizo desaparecería justo a la medianoche, y recobraría los arrapos que vestía de día.

Al aparecer en el baile, Cenicienta deslumbró y al príncipe enamoró, bailaron y rieron mas las 12 campanadas las despertaron del sueño, que debió salir corriendo, y en su escapada perdió uno de los zapatos de cristal. Por la mañana siguiente, el príncipe impaciente por localizar a la muchacha con la que había bailado la noche precedente, y pues no sabía quién era, fue casa por casa buscando la dueña del zapato perdido, a probárselo a cada una de las jóvenes y advirtió que se casaría con la señorita a quien le sirviese el zapato. Y mira que las hermanastras procuraron ponérselo, mas el zapato no entraba en modo alguno y lograron romperle, entonces Cenicienta apareció y le mostró el otro par que todavía preservaba, se lo probó y le sentaba perfectamente. Y como pueden ver, al final las buenas acciones y la paciencia de Cenicienta tuvieron su recompensa, y y el príncipe se casaron. Enseñando de esta manera a la madrastra y hermanastras que la belleza se encuentra en el interior, en la nobleza del ánima.