La impresora mágica

Articulo de Cuentos Infantiles de Navidad sobre La impresora mágica

La impresora mágica

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Hubo una vez, hace muuucho tiempo, una familia que era muy pobre mas que era muy honrada. Esa navidad la pasarían como todas y cada una de las anteriores: sin regalos ni banquetes mas unidos en familia. Ya estaban habituados a pasarla juntos, sin cosas materiales.
La señora Libeth trabajaba reciclando objetos que la gente desechaba y el pequeño Territo acompañaba siempre y en toda circunstancia a su mamá para asistirle.
Un día hallaron una impresora vieja que recogieron con la pretensión de repararla y venderla para poder adquirir por lo menos un panetón para la familia.
El papá sabía un tanto de impresoras y la reparó. Deseó probarla para poder ver si imprimía bien. Entonces fue a la casa de un amigo que tenía internet, procuró la imagen de un carro —mientras pensaba en que daría lo que fuera por tener algo de dinero para obsequiarle a Territo un carro como ese— y le dio click al botón “imprimir”. Entonces ocurrió algo extraño. Conforme iba entrando el papel a la impresora, ¡iba saliendo el carro! ¡Mas era un carro de veras!
El padre sorprendido, se sobó los dos ojos para saber si soñaba. Mas el carro proseguía ahí y se puso contento. Esto debe ser magia. Voy a ir a contárselo a mi familia. ¡No me van a creer si no lo ven! —dijo encantado el padre.
Entonces, la familia se puso contentísima pues se les ocurrió montar un negocio para esa navidad en donde todos y cada uno de los juguetes que los pequeños deseaban, los podían lograr en la nueva tienda de la familia.
Habían llegado tantos clientes del servicio que precisaban más impresoras mas eso era imposible en tanto que solo tenían una impresora mágica.
La familia ya había conseguido mucho dinero, mas deseaban proseguir teniendo cada vez más y más. Con lo que la avaricia los cegó y también hicieron marchar la impresora considerablemente más tiempo de lo que se podía. Cuando ya estaba marchando un mes sin parar, la impresora colapsó y se estropeó. Comenzaron a salir sapos en vez de bonitos juguetes. La magia se había terminado. Entonces la familia se puso triste pues jamás más iban a tener una impresora igual. Comprendieron que debieron tomarlo con calma y no ser impetuoso.
Con el dinero que habían ganado, pudieron abrir un restorán en donde vendían comida a un coste bajísimo a fin de que todas y cada una de las personas de bajos recursos puedan gozar de un rico almuerzo. Se habían propuesto ganar poco dinero mas lo preciso para vivir, al tiempo que hacían una obra de bien social lo que es incalculable.
Ahora todas y cada una de las navidades, la familia organiza un enorme acontecimiento en el restaurant a fin de que todos los que no tienen recursos, puedan pasarla con ellos como una sola gran familia en la que todos comparten un bonito instante.