La leyenda de las estaciones

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Cuentan que hace un buen tiempo, las 4 estaciones no tenían nombre, ni meses concretos para hacer su aparición en el planeta. Y es que ninguna de ellas era capaz de ponerse conforme. A una le encantaban los días radiantes y llenos de verdor, otra prefería los días no tan calurosos mas con algo de sol y de brisa, a la otra le agradaban los días ventosos para jugar con las hojas que caían de los árboles y ver la lluvia caer, y la última amaba el frío, puesto que podía crear bellas nevadas y fractales de hielo.
De forma que el Padre Tiempo las llamó a todas y cada una y decidió que cada una tendría 3 meses para brindar sus dones a la Tierra.
—Tú primavera, vas a tener los meses de marzo a mayo por ser la más tierna y también inocente de las 4 —le afirmó el anciano a la primera estación—. Te ocuparás de hacer florecer los campos dormidos y hacer salir a los animales de sus madrigueras. Contigo se empezará un nuevo ciclo en la Naturaleza.
Y fue como la primavera se quedó contentísima.
—Tú verano, vas a tener los meses de junio a agosto, puesto que eres la estación más rebelde de todas y cada una. Bendecirás a los seres vivos con tus días calurosos y vas a marcar los periodos de reposo —le señaló el Padre Tiempo a la segunda estación—. Todos se van a alegrar al verte llegar y van a poder refrescarse en grandes lagos y manantiales.
Y verano sonrió con gran satisfacción.
—Tú otoño, tienes una curiosidad más grande que la de tus hermanas y de ahí que que voy a darte los meses de septiembre a noviembre —le afirmó el Padre Tiempo a la tercera estación—. Y vas a simbolizar un cambio fundamental para las personas, puesto que contigo se va a recoger el fruto de las vehementes cosechas sembradas al comienzo del año. Además de esto, vas a ayudar a los árboles a mudar sus hojas y vas a traer la lluvia que precisa la Tierra.
Y otoño se fascinó por lo útil que iba a resultar a la Madre Naturaleza.
—Tú invierno, eres la más frágil y tímida de las estaciones —habló el Padre Tiempo con la última estación—, no tienes días radiantes, ni haces florecer a la Tierra. Mas cuentas con el fantástico don del frío. Vas a tener los meses de diciembre a febrero y cubrirás con hielo y con nieve todos y cada uno de los paisajes. Pese a ello, la gente se va a alegrar con tu llegada, puesto que vas a marcar el final de un año y la llegada de las fiestas, y de una temporada de paz y unión.
Y también invierno se sintió con el corazón lleno de gozo al escucharlo.
Y de esta manera fue que las estaciones pudieron convivir unas con otras en armonía, sorprendiendo a los seres vivos con sus cambios particulares y trayendo, a su forma, dicha a todos y cada uno de los animales y personas que les rodeaban.
Ahora sabes pues es que nieva al acabar el año, por el hecho de que las hojas cambian de color, hay días radiantes o bien las flores se abren.