Los viajeros precipitados

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Los viajeros precipitados

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Había una vez en un pequeño pueblo cerca del mar, un conjunto de amigos que detestaban el sitio donde vivían; no les agradaba el sol ni la playa, detestaban ver las montañas y pasar calor día y noche, no les agradaba el estruendos de las águilas y el “cucucú” de las palomas. Acostumbraban a reunirse el un sótano de uno de ellos a criticar todas y cada una de las cosas que no les agradaban de su pueblo, a charlar sobre lo que pensaban hacer en un futuro y en lo lejos que deseaban llegar a vivir. Acostumbraban a soñar con ir a las grandes urbes donde, según ellos, todo sería mejor, las casas serían más altas, la gente más variada y las tiendas más bonitas. Este conjunto de chicos no tenían apenas doce años, mas conforme el tiempo fue pasando y fueron medrando sus ideas no cambiaron, conque un día decidieron unir algo de dinero para poder efectuar un viaje a una de esas urbes que tanto admiraban , en un caso así decidieron viajar a N. York.

Cuando llegó el instante del gran viaje, el conjunto de chicos se reunió en el aeropuerto tan ilusionados como inquietos, pensando las grandes cosas que les podía deparar esa urbe. Pasadas las siete horas de vuelo al fin llegaron a su destino; las construcciones eran tan altos que apenas podían ver su final, las tiendas eran originales y atractivas, y la gente parecía ir de manera firme cara un destino sin mirar atrás. A lo largo de los 2 primeros meses estando allá todo fue excelente, iban a fiestas de manera continua, conocían a gente interesante y sus vidas parecían sacadas de una película, mas faltaba algo. Todos comenzaron a meditar en los buenos instantes vividos en su pueblo, en la calidez del sol y el fragancia que llegaba de forma directa del mar; en sus seres queridos y aquellos sitios donde siempre y en toda circunstancia quedaban por las tardes. Por cierto motivo N. York ya no les parecía tan buena… extrañaban su hogar.
De ahí que chicos es esencial no despreciar jamás ningún sitio, sobretodo si podemos considerarlo nuestro hogar, pues cuando por cierto motivo no podamos vivir ahí, nos percataremos de que verdaderamente no era tan malo y lo precisamos, cada lugar tiene sus encantos