Palabras

Articulo de Cuentos Infantiles con Moraleja sobre Palabras

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“Eres un pequeño muy inteligente”, “Muy bien, de esta forma se hace campeón”, “Qué obediente niña”. ¿Cuántas veces un pequeño debería escuchar oraciones de esta manera?
“Eres torpe”, “no hay ninguna persona más imbécil que tú”, “eres malo”, ¿cuántas veces un adulto le afirma eso a un pequeño? En mi casa eso es lo que más nos repetían.
La profesora del instituto nos decía: “Ustedes son el futuro de nuestra patria. Si luchan por sus sueños, van a llegar muy lejos”. La profesora Laura nos motivaba mucho, mas cuando mis dos hermanos y llegábamos a casa, no sé por qué razón nuestros progenitores nos afirmaban cosas feas. Recuerdo que de este modo me quitaban las ganas hasta de comer. No sabíamos qué hacer.
“Un pequeño debe vivir con amor, ha de ser tratado con paciencia y debe percibir buenos ejemplos en casa”… estas oraciones las oía frecuentemente hasta en la T.V., mas no en mis progenitores.
Mi cánido y mi gato eran más afables. En el momento en que nos sentían llegar nos movían la cola y nos lamían por todos lados, nos alegraban la vida.
Un día, al costado de mi casa, una familia se mudó. Era un matrimonio con tres hijos. Igual que en mi casa. La diferencia era que en esa casa trataban bien a los pequeños.

Un día mientras que mis progenitores nos chillaban en la calle a mis hermanos y a mí pues íbamos a llegar tarde a la actuación por el día del pequeño en la escuela, del otro lado de la calle los vecinos y sus hijos nos miraban extrañados desde su auto.
– Les afirmamos que se tomen el desayuno en un minuto, ¡ahora llegaremos tarde por culpa de ! -Chillaban fuerte mis progenitores.
-!Hola!-escuchamos todos sin saber quiénes eran las personas que estaban del otro lado de la calle.
-Son los nuevos vecinos. Sus hijos estudian en exactamente la misma escuela.- afirmé .
-¡Se hace tarde! Suban y vamos a llegar en cinco minutos.- afirmaron los afables vecinos.
Mis progenitores se miraron y como era tarde, nos llevaron cara el auto. Nos acomodamos y el carro arrancó. A lo largo del cortísimo viaje, vimos todos la charla entre los vecinos y sus hijos.
-Hijo, el día de ayer vi tu nota en la puerta del refrigerador. Fue un siete. Está bien mas no olvides que puedes llegar a diez. Si llegas a esa nota, vamos a ir de camino a dónde bien sabes.- afirmaba el vecino.
-Hija, no te olvides que el día de hoy en la tarde te toca hacer la labor conmigo-afirmaba la vecina.
-Y , no te olvides que mañana vamos a reparar el jardín. Yo voy a tomar la podadora y me ayudas con la manguera -le afirmó el vecino a su otro hijo.
Bastaron cinco minutos a fin de que mis progenitores despertasen y viesen lo que hacían.
Pareciese que alguien hubiera mandado a los vecinos a fin de que les den una lección a mis progenitores.
Cuando medramos, mis hermanos y nos dimos cuenta de muchas cosas y decidimos hacer las cosas bien cuando fuésemos grandes. Ahora creo que las palabras son esenciales. O bien te asisten o bien te destrozan.
Ahora les digo a mis pequeños, que pueden ser las mejores personas del planeta si se lo plantean. No repetiré lo malo que me afirmaron. Solo les afirmaré todo lo bueno que aprendí en mi nuevo hogar, con ejemplos probando lo mejor de mí.