Robinson Crusoe

Articulo de Cuentos de Aventura para Niños sobre Robinson Crusoe

Robinson Crusoe

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Este relato corto es una pequeña adaptación de “Las Aventuras de Robinson Cruseo”, escritas por Daniel Defoe.
Robinson Crosoe era un marinero que en la mitad de un viaje al África, zozobró en el mar así como toda la tripulación de su nave. Solamente logró subsistir a la deriva, hasta el momento en que fue arrastrado a una isla que absolutamente nadie conocía. Allá, Robinson se sintió solísimo mas poquito a poco fue acostumbrándose a vivir con lo que podía conseguir de la naturaleza.
Recogía frutas y se metía al océano a pescar para poder comer, armaba hogueras en la noche para calentarse y espantar a las bestias, y hasta se había construido una casa pequeña con maderos y palmas. Los días pasaron sin que perdiese la esperanzas de que un navío llegase a salvarlo.
A veces soñaba con su vida en la civilización, ya antes de partir en su navío y se preguntaba que tanto habrían alterado las cosas en casa.
La rutina se transformó en algo desganado y desolador para él, puesto que echaba de menos su hogar.
Mas asimismo se percató de que no estaba solo como pensaba. En las profundidades de la selva de la isla, había una tribu indígena que festejaba las más horribles liturgias. Eran caníbales y salvajes, y al momento se transformaron en una amenaza para él. Cuando Robinson se internó entre la maleza para explorar un tanto, les vio preparando un macabro festín.
Tenían con ellos a un chico preso de color al que se iban a comer. Mas Robinson tomó una lanza y peleó contra ellos para liberarlo. Juntos regresaron al campamento del marinero, quien llamó al chaval “Viernes”, pues ese era el día en que se habían conocido.
Viernes no conocía su idioma y apenas estaba más civilizado que los caníbales, mas Robinson puso todo de su parte para enseñarle sus costumbres y ciertas palabras. Ahora tenía un compañero en quien confiar.
En ocasiones se desalentaba por el hecho de que el tiempo proseguía corriendo y hasta ese instante, ningún navío había aparecido en la lejanía. Mas enseguida recobraba su optimismo y volvía a mostrarse alegre. Como era buen cristiano, jamás dejaba de encomendarse a Dios y de solicitarle que enviara alguien a salvarlo.
Pasaron considerablemente más días de los que Robinson pudo contar y por último, distinguió un navío que se acercaba hasta la delta.
Conmovido, hizo con Viernes señales de humo para llamar su atención hasta el momento en que los ignotos desembarcaron. Eran piratas. Todos se veían muy feroces y sorprendidos de toparlos en esa isla. No obstante desearon percibir su historia.
Al final estaban tan admirados con la forma de supervivencia de Robinson Crusoe, que al momento se hicieron amigos y admitieron llevarlo de vuelta así como Viernes, hasta su hogar en Inglaterra.
Allá, Robinson se hizo conocido entre sus contemporáneos tras contar todo cuanto había vivido desde su naufragio. Fue una insigne personalidad hasta sus últimos días. Y Viernes, quien se había quedado a vivir en su casa, siempre y en todo momento fue el mejor amigo para él.