El Sombrerón

Articulo de Leyendas Infantiles Cortas sobre El Sombrerón

El Sombrerón

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Afirman que en tierras guatemaltecas, hay un espíritu tan extraño como temible, que pese a su apariencia inofensiva y su dulce voz, es una amenaza para las muchachas bonitas. Se trata del Sombrerón, un hombre al que jamás se le puede ver el semblante debido al enorme sombrero que lleva en la cabeza y tapa por completo sus facciones. Eso sí, se lo puede reconocer por qué razón siempre y en toda circunstancia va sobre una mula pequeña y carga una guitarra al hombro.
La historia de este ente empieza hace bastante tiempo, cuando habitaba en el distrito de La Vieja Guatemala una pequeña realmente bonita, de largo pelo negro y ojos oscuros y enormes. Tan linda era, que todos y cada uno de los que pasaban al lado de su balcón no podían eludir mirarla.
Y fue esta pequeña quien atrajo la atención del Sombrerón, a quien le encantaba enamorar a las muchachitas.
Noche tras noche, llegaba montado en su mula y se ponía a tocar en su guitarra una armonía hipnótica, que acompañaba de tristes versos entonados por su voz; una voz tan melódica, que la pequeña se quedaba escuchándola sin poder dormir hasta el amanecer.
Enamorada como se quedó de aquella aparición, dejó de comer y solo se la pasaba suspirando por los rincones, llena de tristeza. Su madre creyó que había enfermado y la llevó con el médico, quien solo le diagnosticó un mal de amores. No había medicina que pudiese sanar esa horrible enfermedad.
Agobiada, su mamá entonces la llevó a un convento, donde creyó que podría olvidar a aquel amor imposible y salvarse confiando su ánima a Dios.
Cuando el Sombrerón asistió la noche siguiente a cantarle a su amada, se llevó una enorme impresión al ver que no estaba en su habitación. Y soltó un lamento desgarrador que, juran, se escuchó por todo el distrito. Mientras en el convento, la pequeña murió de tristeza al no oír más aquella canción que amaba.
Llenos de dolor, sus seres queridos prepararon el funeral. La vistieron de blanco y la pusieron en el ataúd, marchando en cortejo mortuorio por las calles hasta el lugar donde sería su sepultura. La velaron y se fueron.
Cuando amaneció, todos y cada uno de los vecinos de La Vieja Guatemala se quedaron mudos al salir de sus casas. El asfalto estaba lleno de enanos cristales que relucían con la luz del sol. Eran las lágrimas del Sombrerón, que había llorado a mares por su amada.
Desde ese momento, diríase que todas y cada una de las muchachas bonitas se deben cuidar de él, puesto que caer en el hechizo de sus canciones podría acabar perdiéndolas de tristeza. Toda vez que se sospecha que alguna pequeña ha atraído al Sombrerón, lo mejor que se puede hacer es cortarle el pelo, puesto que a él únicamente le agradan las chicas de pelo largo.
Asimismo se le puede dejar una botella de aguardiente en el portal de la casa, para solicitarle que respete esa experiencia y se vaya a tocar a otro sitio.
Si alguna vez te encuentras con él, ten mucho cuidado.