Una serpiente muy soberbia

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Una serpiente muy soberbia

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Era una tarde de primavera, en el momento en que una víbora de preciosa apariencia se arrastraba por la selva . Esta preciosa víbora estaba harta del polvo, del calor y la humedad que debía aguantar por lo tanto tiempo, toda vez que se arrastraba. Un día la víbora subió como mucho alto de un árbol y observaba como las aves se desplazan por el cielo y dijo: “Cómo me agradaría volar tan alto como y gozar del viento en el semblante. Pasar por las nubes y sentir al aire limpio si bien solo sea una vez.”
Pasaba por allá un diligente y muy elegante águila a quien solicitó prácticamente suplicando: “Hey, águila, ¿amigo podrías hacerme el favor de llevarme contigo a caminar? Solo un rato, me agradaría estar sobre tus alas y saber qué se siente estar allí arriba”. “Bueno”, afirmó el águila, “Pero solo un rato pues debo viajar lejísimos, ¡sube!” Cuando la víbora estuvo altísimo, vio todo desde arriba y comentó: “¡Uy, al fin! Si todas y cada una de las víboras que se arrastran por el suelo me viesen acá, seguro que se morirían de saña y mucha envidia ja ja ja. Pobres animales rastreros”. El águila tuvo tanta cólera al escuchar tanta soberbia que dio un giro rapidísimo y la víbora ¡zas!, se cayó. ¿Se imaginan como quedó la víbora en el suelo?