Daniel entre los leones

Articulo de Historias de la Biblia para Niños sobre Daniel entre los leones

Daniel entre los leones

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Hace un buen tiempo, el reino de Babilonia festejó el ascenso al poder de su nuevo rey, Darío. Él era un hombre justo y también inteligente, que se hizo rodear al momento de veinta personas a fin de que lo ayudasen a regir. 3 de ellos serían los más próximos a él, quienes lo recomendarían para solucionar las cuestiones de política y tendrían autoridad sobre los otros.
Uno de ellos fue Daniel, un hombre de corazón benevolente y con gran devoción a Dios. Era tan reflexivo y fiel, que pronto se transformó en el preferido del soberano, quien ya pensaba darle gran potestad sobre el reino.
El resto de sus consejeros no obstante, sintieron gran envidia hacia él y comenzaron a conspirar para quitarlo del camino. Sin embargo era realmente difícil hallar razones, puesto que Daniel era sincero y muy eficiente en su trabajo. Su única debilidad evidentemente, era su veneración por Dios, en el que confiaba por sobre todas y cada una de las cosas.
Los desalmados hombres vieron una ocasión y también hicieron establecer una nueva ley,
En ella se dictaminaba que todos y cada uno de los habitantes no adorarían a otra persona sino más bien a Darío, quien no viendo en un inicio ningún inconveniente, firmó el edicto sin saber lo que pasaría después.
Cuando sus consejeros descubrieron a Daniel arrodillándose para hacer su oración matinal a Dios, lo hicieron detener, aduciendo que había infringido la ley. Su castigo sería ser lanzado al foso de los leones, a fin de que lo devoraran vivo.
Darío, viendo el enorme fallo que había cometido, procuró por todos y cada uno de los medios salvarlo, mas no había nada que pudiese hacer para inutilizar sus reglas.
Al final, cuando Daniel estaba por ser metido a la fosa, le afirmó lo siguiente:
—¡Tu Dios debe salvarte por ser el más fiel de sus hombres!
Se retiró entonces con sus hombres y pasó la noche en candela. Por la mañana siguiente, asistió con velocidad a la fosa acompañado de los consejeros.
—¡Daniel, siervo de Dios! ¿Ha podido salvarte tu señor de los leones?
Cuando absolutamente nadie respondió, el rey se asomó a la fosa temiendo lo peor. Grande fue su sorpresa al ver que Daniel no solo estaba vivo, sino los leones dormían a su lado pacíficamente y no mostraba ningún daño.
—¡Dios envío a uno de sus ángeles para cerrar la boca de las fieras! —gritó él con alegría— Ya ves mi rey, que he sido reflexivo al adorarlo y ahora que sabes cuan grande es su poder, comprenderás que no he hecho nada malo en contra tuya.
Viendo Darío que llevaba razón, hizo que lo sacaran del foso de manera inmediata y también inutilizó la absurda ley de su comitiva, estableciendo que de ahí de ahora en adelante, su pueblo no debería venerar a absolutamente nadie sino más bien al Dios auténtico. En lo que se refiere a los contrincantes de Daniel, tuvieron su castigo siendo encerrados con las bestias, que no tuvieron piedad con ninguno de ellos.
Daniel vivió el resto de sus días rodeado de riqueza y el cariño incondicional del gobernante de Babilonia.